El centro del régimen vital del
hombre-masa
consiste en la aspiración a vivir sin
supeditarse a moral alguna.
O y G
He ahí algo que los pensadores K no perciben, probablemente porque no piensan, sino que simulan hacerlo,
mediante un ejercicio parecido, por demás útil para justificar su permanencia
en la nomenklatura, pero nefasto para
la salud de la república.
Nomenklatura era
un término con el que se designaba a la élite de funcionarios y políticos del
régimen soviético, surgida bajo el estalinismo y caracterizada por su
influencia y poder en la gestión del Estado. Sus integrantes, pertenecientes al
PCUS (Partido Comunista Soviético), ostentaron unas condiciones económicas y
sociales superiores a las del resto de los soviéticos.
Siguiendo las observaciones de Ortega, en Argentina la
realidad humana se acelera y sobrepasa al relato del populismo Kirchnerista, es
una realidad embalada por las disparatadas acciones de un gobierno alcanzado
por la gris decrepitud, ostensible en las mentiras expresadas por la presidente
en dos universidades de los EE.UU. Allí negó la inflación en el país y el cepo
cambiario que ella instauró, además de negar su ostracismo y su enriquecimiento patrimonial escandaloso. Pequeñas
muestras de un anecdotario voluminoso.
No extraña entonces que algunos fanáticos salgan al paso y
maquillen las pústulas del régimen, subordinando el sentido común a sus fines
inconfesables.
Imaginar que los estudiantes de Harvard fueron inducidos a
hacer preguntas incómodas, es bastardear el prestigio de una de las dos mejores
universidades del mundo. Que la presidente les responda a quienes la
interrogaban sobre su sospechosa fortuna, que es producto de sus éxitos en el
ejercicio de la abogacía es, por lo menos, una tontería.
Por lo más sería una canallada, como la de espetar que las
preguntas eran propias de La Matanza y no de Harvard. Omito cualquier otro
comentario.
El Kirchnerismo ha hecho desde sus orígenes una maestría en
canalladas, como las que surgen de las expresiones del Diputado Kunkel, cuando
asegura que la inflación obedece a las perversas acciones de los formadores de
precios.
Es canallesco afirmar que una emisión monetaria del 35/40
por ciento anual no derrite el poder de compra de una moneda. Al emitir moneda
que es un mero papel pintado y prohibirle a la ciudadanía que resguarde el
producto de su trabajo en monedas confiables, la condena, bajo las fallutas
consignas nacionales y populares, a un corralito en pesos para cobrarle el
impuesto inflacionario, el más regresivo y cruel, porque afecta con mayor intensidad a los
sectores de menores ingresos.
Cuando los que mandan pierden la vergüenza, quienes obedecen
les pierden el respeto.
Entonces comienza la rebelión de las masas.