martes, 22 de enero de 2013


¿Qué hacer de cara al 2015?

 
 
 
I
 
Asistimos a una fase terminal del ciclo político Kirchnerista, uno más de los metabolitos que ha producido el Movimiento Nacional Justicialista desde la muerte de Juan Perón.
Si entendemos por metabolitos los elementos degradados del proceso funcional orgánico, trasladado ese concepto al organismo social, los metabolitos del Peronismo desde la recuperación de la república y la democracia han sido diversos, antagónicos e igualmente nocivos, entre otros desmanes  por la pretensión de prolongar su permanencia más allá de la constitución y las leyes. La sociedad al igual que la biología, procura excretar los productos finales de su metabolismo. Cuando ello no sucede se produce una peligrosa constipación política cuyo único remedio es la purga electoral.
El primero de esos metabolitos peronistas fue el así llamado Menemismo, su inspirador entre otros fue el presidente Carlos Menem, quien adoptó, haciendo gala de un supino oportunismo, políticas neoliberales tan ajenas a la doctrina del Justicialismo como a los intereses generales del país. El resultado fue la corrupción institucional, el desmantelamiento industrial, la recesión y la pobreza. Por suerte fue oportunamente excretado.
El segundo de esos perniciosos subproductos ha sido el Kirchnerismo, iniciado por Néstor K y continuado por su esposa Cristina quien al igual que sus predecesores, posee entre otros males,  la perniciosa afición a la perpetuidad en el cargo público, lo que sumado al desprecio por el equilibrio y la división de los poderes republicanos constituyen una verdadera patología.
Su praxis política se caracteriza por ser una mezcla rara de Museta y de Mimí, esos personajes de La Bohéme de Puccini que González Castillo y Delfino evocan en su tango Griseta de 1924.
Valga esta imagen para resumir la política dual, contradictoria y conflictiva que define la gestión del gobierno K.
Actúan como Progresistas a la violeta,  con una voracidad desmesurada para enriquecerse, horadando las arcas públicas para mejor combatir al capital… en los discursos naturalmente, ya que su retórica no basta para ocultar el ominoso capitalismo propio y de amigos circunstanciales que desarrollaron a costa del estado. Populistas nefastos, de esos que dan algo de pescado a los pobres sin enseñarles jamás a pescar para mejor utilizarlos en un vil clientelismo. Rodeados por una corte de adulones y genuflexos a sueldo, conformada por neo montoneros nostálgicos (como esos que Perón echó), de oportunistas reciclados de variopinto pelaje y de algunas marionetas de camaleónico pasado, pero semejantes en el denominador común de la indignidad, de la inepcia y del desprecio por las formas y el fondo del  ideario de Perón.
Al verlos actuar pareciera que el tiempo se detuviera. Anclados al pasado, ellos, como en una opereta, brillan en una anacrónica y versallesca galería de los espejos, con sus galones de encumbrados funcionarios, ignorantes del destino que la historia les reserva.

 
II

El año 2013 ofrece una ocasión nodular para impedir cualquier afán reeleccionista de C.F.K. y sentar de tal modo las bases de un resurgimiento del verdadero Peronismo: honesto, eficiente y dispuesto a trabajar con ahínco por la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria.
Para ello sería interesante comenzar a transitar un camino que permita tejer un útil sistema de alianzas, que no es otra cosa que la unificación de una oposición con identidad que la sociedad reclama y el sentido común aconseja. La conformación de un Frente de Unidad Nacional ofrecería la oportunidad de un triunfo electoral, a condición de lograr una masa crítica de Peronistas leales a los considerandos requeridos para esta oposición inteligente, capaces de conducir en esta etapa el armado político con un proyecto claro de alianzas de cara a los comicios del año 2013 y a las candidaturas presidenciales para las elecciones de 2015.
Cual si fuera un largo tren, ese Frente de Unidad Nacional tendría una formación de vagones, donde viajaran hacia el desafío de los tiempos, aquellos aliados que sepamos conseguir, pero traccionados y conducidos por la potente locomotora de un Peronismo cohesionado en pos de objetivos comunes a las grandes mayorías.
El apotegma de los tiempos será siempre el mismo: Hay una sola clase de argentinos: Los que trabajan. Ellos son y serán la reserva estratégica de Argentina.
La política de alianzas, de la cual Perón fuera un predicador y un maestro, debe ser incorporada como una necesidad imperiosa, inherente a la praxis del Partido justicialista. Será exitosa en tanto y en cuanto seamos capaces de producir una masa crítica de hombres lúcidos y sensibles, aptos para diseñar alternativas políticas, económicas y sociales acordes con los tiempos que corren y susceptibles de conmover y atraer a los vastos sectores de ciudadanos que desean trabajar para el desarrollo del país y de   su gente. Serán ellos el vehículo que dejará atrás una política ponzoñosa de dádivas, despilfarro, enfrentamientos vanos y oportunidades perdidas. Serán quienes capitalizaran para bien esta experiencia dolorosa y que por esa cualidad dañina debería ser irrepetible.
La sociedad espera de su clase política acciones precisas que saquen al país de los ideologismos del siglo XX y nos permitan ingresar al mundo del siglo XXI y a un futuro promisorio, que nos abrirá los brazos a condición que logremos aprender y aplicar las lecciones de la historia.