En una democracia que se precie, el mejor sitio para
defender las ideas está en las urnas.
Algo tan sencillo como eso ha sido infinidad de veces
utilizado, durante esta década fraudulenta, como un escenario envilecido donde
se ha mentido para alcanzar, a través del engaño, los fines inconfesables de
quienes han maltratado los verdaderos intereses de la patria y su pueblo.Los sectarios que hoy gobiernan, utilizaron la memoria de una década patética, cual fue la de los años ´70, para propalar un relato apócrifo, en el cual una facción de los asesinos de ayer se metamorfoseaba en los héroes maravillosos de hoy.
Así los criminales de la guerrilla (ERP-Montoneros) alzados contra el gobierno democrático de Perón eran separados del conjunto de asesinos que conformaban con la Junta de Comandantes golpistas y eran reivindicados como idealistas impolutos. El gobierno se transformó en guarida de forajidos.
Muchos en el seno de la sociedad, en silencio, aceptaron esa mentira y al hacerlo, abrían sus corazones a la naturalización de la violencia, de la falsía, de la corrupción y de la ilegalidad.
Se allanaba el camino para otras mentiras que ocultaban el robo sistemático de los caudales públicos y la utilización del estado para perpetuarse en el poder.
La maravilla del relato se opuso a una realidad pertinaz: Ahí perdura la miseria de siempre. Allí están los trenes que siembran muerte, la delincuencia que florece impune, la prepotencia de los que mandan, la justicia lenta y raquítica, el despilfarro de los recursos, el descalabro de la economía y tantas otras calamidades que, salvo los que lucran con ellas, tanto padecen quienes habitan esta tierra.
Decía Cicerón que era preciso ser esclavos de la ley para ser libres.
Ese apotegma olvidado en estos diez años de Kirchnerismo aflora hoy en la conciencia de muchos argentinos, y al emitir su voto, romperá con la voz atronadora de las urnas, el silencio abominable que ayudó a corromper la verdad.
El 27 de Octubre, la mayoría del pueblo argentino probablemente le dará la espalda a tanta corrupción y saqueo, a tanta hipocresía y engaño, a tanta violencia desatada. Será el fin de una época.
Lentamente recuperaremos la verdad y con ella acaso logremos construir un futuro mejor para todos los que valoran el trabajo honrado y desprecian desde sus entrañas el robo y la prebenda.