Lo malo de estas buenas noticias
Aristóteles afirmaba que "Un montón de gente no es una república" y no erraba en ello.
Tampoco la república es propiedad del gobernante de turno ni puede asumir como propia le triste aseveración de los déspotas: El estado soy yo.
La indiferencia o el desconocimiento de estos principios elementales por parte de gobernantes y gobernados inevitablemente concluyen en tono de tragedia.
Son consustanciales a una república: 1.-la periodicidad en los cargos; 2.-la publicidad de los actos de gobierno; 3.-la responsabilidad de políticos y funcionarios públicos; 4.- la separación y control entre los poderes; 5.- la soberanía de la ley; 6.- el ejercicio de la ciudadanía, quien pone y depone; 7.- la práctica del respeto, y no la intolerancia, con las ideas opuestas; 8.- la igualdad ante la ley; 9.- la idoneidad como condición de acceso a los cargos públicos.
Sería un ejercicio interesante examinar cuantos actos del gobierno nacional se ajustan a estos mandamientos.
De parte de la presidenta hemos recibido la amable noticia de que estarán disponibles 100.000 o 400.000 créditos para viviendas, no lo sabemos muy bien pues los responsables tampoco lo saben. Lo cierto es que anunciaron préstamos a tasas de interés muy por debajo de la inflación real, que permitirían acceder a una vivienda a quienes no la poseen. Lo malo de esta buena noticia es que los recursos ($20.000 millones) no saldrán del Tesoro Nacional sino de la Anses , dicho de otro modo, de los aportes de los jubilados, cuya mayoría percibe haberes de hambre y cuyas demandas, aprobadas por la Justicia , no se pagan. La razón en sencilla: El gobierno nacional y popular les roba lo que legalmente les pertenece. Eso si, a cambio del efectivo contante y sonante, le entrega al Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses , montones de pagarés de dudoso porvenir.
Adiós al 82% móvil y a los reclamos judiciales. Bienvenida la politiquería habitual, financiada con dineros ajenos. Los jubilados pagan los costos del populismo K. desenfrenado. Asignación universal por hijo, 2, 5 millones de jubilaciones sin aportes, créditos a la industria y ahora plan de viviendas son dádivas a costa del hambre vergonzoso de nuestros viejos.
El sueño de los argentinos es pesado. Acaso cuando despierten hagan tronar el escarmiento.