lunes, 18 de junio de 2012

Lo malo de estas buenas noticias

  
Tradicionalmente, se concibe una república como la forma de gobierno de aquellos países en los que el pueblo tiene la soberanía del ejercicio del poder, aunque ese poder sea delegado en gobernantes que elige a través del sufragio.  Se fundamente en el "imperio de la ley" y no en el "imperio de los gobernantes", a modo de salvaguarda del sistema institucional, independiente de los vaivenes políticos y en la cual tanto los gobernantes como los gobernados se someten por igual a un conjunto de principios fundamentales normalmente establecidos en una constitución.
Aristóteles afirmaba que "Un montón de gente no es una república" y no erraba en ello.
Tampoco la república es propiedad del gobernante de turno ni puede asumir como propia le triste aseveración de los déspotas: El estado soy yo.
La indiferencia o el desconocimiento de estos principios elementales por parte de gobernantes y gobernados inevitablemente concluyen en tono de tragedia.
Son consustanciales a una república: 1.-la periodicidad en los cargos; 2.-la publicidad de los actos de gobierno; 3.-la responsabilidad de políticos y funcionarios públicos; 4.- la separación y control entre los poderes; 5.- la soberanía de la ley; 6.- el ejercicio de la ciudadanía, quien pone y depone; 7.- la práctica del respeto, y no la intolerancia, con las ideas opuestas; 8.- la igualdad ante la ley; 9.- la idoneidad como condición de acceso a los cargos públicos.
Sería un ejercicio interesante examinar cuantos actos del gobierno nacional se ajustan a estos mandamientos.
De parte de la presidenta hemos recibido la amable noticia de que estarán disponibles 100.000 o 400.000 créditos para viviendas, no lo sabemos muy bien pues los responsables tampoco lo saben. Lo cierto es que anunciaron préstamos a tasas de interés muy por debajo de la inflación real, que permitirían acceder a una vivienda a quienes no la poseen. Lo malo de esta buena noticia es que los recursos ($20.000 millones) no saldrán del Tesoro Nacional sino de la Anses, dicho de otro modo, de los aportes de los jubilados, cuya mayoría percibe haberes de hambre y cuyas demandas, aprobadas por la Justicia, no se pagan. La razón en sencilla: El gobierno nacional y popular les roba lo que legalmente les pertenece. Eso si, a cambio del efectivo contante y sonante, le entrega al Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses, montones de pagarés de dudoso porvenir.
Adiós al 82% móvil y a los reclamos judiciales. Bienvenida la politiquería habitual, financiada con dineros ajenos. Los jubilados pagan los costos del populismo K. desenfrenado. Asignación universal por hijo, 2, 5 millones de jubilaciones sin aportes, créditos a la industria y ahora plan de viviendas son dádivas a costa del hambre vergonzoso de nuestros viejos.
El sueño de los argentinos es pesado. Acaso cuando despierten hagan tronar el escarmiento.