jueves, 23 de agosto de 2012


La política fraudulenta


De acuerdo con el diccionario, fraude es el engaño o aprovechamiento de la ignorancia de alguien para obtener un beneficio en cualquier forma traducible.
Cuando hablamos de políticas fraudulentas, hablamos de los engaños que  el gobierno propaga, cual una peste que afecta al cuerpo social, para perpetuar sus fines inconfesables.
Hasta los regímenes más espantosos cuentan siempre con un tercio de la población que los siguen ciegamente. Ese tercio es parte constitutiva del fraude, ora por intereses espurios, ora por estulticia o resentimientos ancestrales. El resto de los circunstanciales seguidores, son los que más tarde o más temprano se sentirán defraudados.
Hay sectores que necesitan tiempo para entender que es un fraude pretender que el cuantioso patrimonio de los K. y sus cómplices es bien habido. Es fraude imponer  desde hace años, como si fueran ciertas,  las fallutas cifras del INDEC. Sobre estiman la necedad de los argentinos cuando proclaman que se puede comer 4 veces al día con seis pesos. De igual modo es fraude asegurar que constituían una juventud maravillosa  el conjunto de asesinos expulsados por Perón y  que se alzaron en armas durante su tercer gobierno. Eran meros criminales tal como los genocidas que derrocaron a su esposa.
Y acercándonos al presente, también ha sido un fraude la farsa de los senadores y diputados K, que como obedientes lacayos, han aceptado embanderarse en una supuesta soberanía para expropiar la ex Ciccone y así eliminar el teatro de operaciones de las corruptas maniobras de Boudou y sus secuaces.
Envuelta en las brumas del fraude, consustancial a todo el accionar del gobierno, se ha producido otro latrocinio a la moral pública.
Se expropió una imprenta obsoleta, cubierta de deudas, podrida hasta los cimientos por los chanchullos del poder. Esa imprenta sería innecesaria en el patrimonio de un país con gobiernos decentes, pero es útil por demás para las mafias que deben borrar con esa abyecta medida las huellas de sus horrendos crímenes.

miércoles, 1 de agosto de 2012

  Being There

    (Desde el jardín)



A fines del año 1979 se ofreció a los espectadores del mundo la película de Hal Ashby, Being there, aquí entre nosotros titulada Desde el Jardín, con libro y guión del escritor Jerzy Kosinski y la actuación de Peter Sellers en el rol de Chance Gardiner.
El argumento es simple, Chance, un jardinero que jamás salió de la casa de su empleador, tenía como único contacto con el mundo exterior el televisor de su cuarto. Cuando el empleador muere, Chance, que era casi un imbécil, es desalojado de la casa y lanzado a la jauría humana. De lo único que podía hablar era de su jardín, y las idioteces que decía fueron tomadas por sus influyentes interlocutores como geniales metáforas: “La primavera traerá flores”, El invierno pasará y germinaran las semillas”.
 Moraleja: Cada quien se enmascara y enmascara a los otros según su  gusto. Cada quien cree y entiende lo que quiere creer y  entender. Chance fue tomado por un gurú de las finanzas y la política y se encumbró como un gran personaje. Pero en realidad era apenas un cretino.
Cualquier similitud con la dirigencia de la República Argentina no es mera coincidencia.
Cuando uno escucha los dislates y banalidades pronunciadas desde las más altas magistraturas de la República, es inevitable asociarlas con las tonterías de Chance Gardiner.
Me explico con algunos ejemplos entre muchos:
Cuando se autoriza que los asesinos salgan de las cárceles apenas ingresados, para readaptarlos a través de pseudoeventos culturales, cuando se hace apología de los barras bravas, cuando se justifican las injustificables mentiras del Indec, las erráticas políticas económicas o el saqueo de los fondos jubilatorios, cuando los millonarios que nos gobiernan simulan cristiana solidaridad hacia los humildes, son toda una muestra de argumentos patéticos y abominables.
Creen esas patrañas aquellos que quieren creer en ellas, muchos por ignorancia otros para satisfacer fines inconfesables.
Sean electores o funcionarios, todos sonríen ante la estolidez de Chance, cierran los ojos y aplauden. Ese es su triste papel y esa es la triste Argentina que vemos desde el Jardín, lo cual sería una metáfora de la abusada Cadena Nacional.