"Y después de todo ¿Qué es una
mentira?
No es otra cosa que la verdad con máscara."
Lord
Byron
Es ocioso reiterar que la ignorancia de los pueblos alimenta
la tiranía y que una de las características esenciales de estos sistemas demagógicos
es la mentira que infecta su discurso político.
La receta para fomentar la ignorancia es harto conocida: Una
educación deficiente adicionada a aquello que el poeta Juvenal señalaba como una
mancha en los antiguos romanos: La práctica del Panem et circensis, para aquietar a las poblaciones, ganar su favor
y ocultar algunos hechos controvertidos. Literalmente Pan y circo.Veinte siglos después esas recetas aún funcionan en países como la Argentina, donde con ignorancia y pobreza controlada, subsidios para perpetuar el clientelismo político y fútbol para todos y todas, se compran voluntades, se corrompen las costumbres, se llenan los bolsillos los sospechosos de siempre a la par que se desnaturalizan las instituciones.
Es en semejante contexto que a la mentira “se le hace el campo orégano”, lo que en la jerga gauchesca significaba cabalgar sin problemas sobre terreno alisado.
Así planteadas las cosas, advertimos que la mentira política es un recurso valioso, una de las múltiples máscaras que utilizan los políticos mediocres, esos que en vez de pensar en las próximas generaciones piensan tan solo en las próximas elecciones. Y así mientras algunos sectores sociales se enredan en esas mentiras, ellos, los avivados de siempre, se ocupan de practicar sus deportes favoritos: El ejercicio del despotismo y el latrocinio sistemático contra los caudales públicos.
Y esas mentiras que derraman, tal como el lodo tras la lluvia, enfangan el camino social y transforman a la república en una republiqueta.
No es necesario ser un profeta para vaticinar el destino penoso que nos aguarda a todos y en particular a quienes creen o afirman que sólo Clarín miente.
También mienten quienes dicen que han hecho fortuna como abogados exitosos; o los que nos aseguran que la inflación es de un dígito, que los ferrocarriles andan bien, pero que los maquinistas son los culpables de las tragedias o que Hebe de Bonafini es una abuelita buena y que los Schoklender son los malos.
Aislamiento internacional, amistades peligrosas cual es la que cultivan con Irán y sus ayatollahs, decadencia económica y moral, emisión descontrolada de moneda, mercado único y libre de cambio pero con cepo cambiario, congelamiento de precios aunque sin inflación según el INDEC, paritarias libres pero manipuladas, impuestos desmedidos al trabajo, alimentación nacional y popular a $ 7 diarios por persona, clases que no comienzan, maestros mal pagados, jubilados en vías de extinción, inseguridad creciente, narcotráfico a la carta, pobres por doquier, son algunas de las cuestiones que pretende enmascarar el elenco de farsantes de la versión libre y criolla de Alicia en el país de las maravillas.
Si alguno, al leer la palabra farsantes, está pensando en el gabinete de ministros, en la corte de adulones neo militantes o en el rebaño de arrastrados a sueldo que merodean el sillón de Rivadavia y su circunstancial usuario… ¡Acertó y siga participando!