viernes, 24 de octubre de 2014

UNA LINDA PLAZA DEL CONURBANO (Cuento)


« Todo lo que vemos o parecemos 
es solamente un sueño dentro de un sueño”
Edgar Allan Poe

A paso lento, el anciano atravesaba la plaza. Los años se encorvaban sobre su espalda y solo aligeraba los pies el deseo de sentarse en el banco favorito, debajo del castaño y allí dormitar un rato hasta que llegara la hora del almuerzo.
El trino de los pájaros, la suave brisa, el murmullo lejano de los autos, pronto lo sumergió en un sueño pesado, profundo y viscoso. En esa onírica nebulosa se entrevió como un jubilado feliz, habitando un país próspero, entre los mejores del mundo, con su población educada, produciendo mucho y bien con tecnología avanzada.
Era un sueño desprovisto de pobres, donde todos trabajaban en armonía haciendo funcionar una economía vigorosa. Se notaba que era una sociedad segura, sin drogas ni corrupción, con políticos honestos y respetados. También con jueces probos que resolvían los conflictos con rapidez y eficiencia.
El viejo, sombreado por el castaño, sonreía y respiraba sosegado, emitiendo un leve ronquido. Era, en su sueño, la imagen de la serenidad.
Despertó cuando se sintió violentamente sacudido.
Percibió que alguien trataba de quitarle el reloj y su billetera, entonces gritó asustado. Un golpe en la mandíbula lo obnubiló y mientras caía al suelo, vio al agresor, joven y ágil que corría hacia una moto en marcha donde otro tipo lo esperaba.
El trino de los pájaros, la suave brisa, el murmullo lejano de los autos proseguían inmutables. El viejo a paso lento atravesó la plaza rumbo a su casa, pero sin demasiadas ganas de almorzar. Lo peor era que aún quedaban muchas horas hasta el fin de la jornada. Se sentía como tantos, vulnerable e indefenso. Había un rictus amargo en su cara arrugada. Para colmo de males, no lograba recordar lo soñado bajo la sombra del castaño. Era otro sueño que como una mariposa se escapaba de sus ojos. En otro de los bancos vio a un joven dormitando. Una mariposa amarilla cosquilleaba en su frente. Fuera eso o acaso el ruido de sus pasos sobre la hojarasca, lo cierto es que el sujeto del banco se despertó y al entreabrir los ojos, el viejo percibió que un intenso haz de luz lo atravesaba al tiempo que lo evaporaba….

martes, 7 de octubre de 2014

LA INFINITA LUCHA CONTRA LA IDIOTEZ



"La idiotez insiste siempre, sobre todo en los más idiotas"

Albert Camus

La palabra idiota proviene del griego idiotes y se utilizaba en la antigua democracia griega para referirse a quienes permanecían indiferentes a los asuntos públicos, ajenos al bien común, preocupándose tan solo por sus intereses particulares.
Aquella idiotesmaquia, como calificaban 25 siglos atrás a la imprescindible lucha contra la idiotez, debería ser el imperativo de los tiempos que corren para todo ciudadano que en esta tierra se precie de tal.
Todos, excepto los idiotas que medran o aplauden, advierten con preocupación creciente el accionar de esta neo oligarquía de funcionarios K, que se han enriquecido a expensas de las arcas públicas, a las que impunemente manipulan para satisfacer sus fines inconfesables. Cegados por pasiones innobles, han arrasado con todos los valores que hacen de un país un sitio habitable y de una sociedad una comunidad organizada.
Este estado argentino, sostenido por el tributo de quienes esforzadamente realizan trabajos productivos, debe ser recuperado para ponerlo al servicio del bien común,
Es preciso quitarlo de las manos de los idiotes que nos gobiernan, idiotes que, como la etimología indica, están preocupados por sus oscuras ambiciones particulares y que para mejor servirlas, no se detienen ante ningún derecho por respetar.
Han corrompido cuanto han tocado y han servido a los intereses más sombríos.
El daño que han producido es enorme y sus consecuencias comprometen el porvenir. Una larga década de demencial derroche financiero y de indiferencia por la educación, por la seguridad y por la salud de sus gobernados. Años de desprecio por las instituciones de la república, por la moral cívica y por el cumplimiento de las leyes. En suma, una larga década de falsías, desmesuras y enfrentamientos que lentamente llega a su fin.
Lástima grande que lo que no llega a su fin es la infinita lucha contra la idiotez  argentina, hierba mala que la canalla política ha sembrado por doquier, con el silencio cómplice del Partido Justicialista.
Las sociedades, como los pescados, se pudren desde la cabeza.