Aporía es palabra que
proviene del griego (ἀπορία) y significa dificultad de pasar, callejón sin
salida. En términos filosóficos es aquel enunciado que expresa o que contiene
una inviabilidad de orden racional.
El Kirchnerismo expresa a la
luz de los hechos, esa inviabilidad.
Es una pirámide política en cuya
cima se acomodó una banda de oportunistas con fines inconfesables, de los
cuales el latrocinio ha sido
preponderante. En la base expandieron una masa confusa, que vendió su porvenir
por un presente limosnero.
En el prolongado ejercicio de
esa conducción, disfrazaron de fines políticos
los que hoy aparecen como medios de acumulación de poder y riquezas. En
el vasto despliegue de alegorías personificaron los derechos humanos tanto en
ellos (que en los tiempos de la dictadura nada bueno hicieron por su prójimo) como
en personajes de discutible moral como Hebe de Bonafini, que transitó su vía
dolorosa para terminar estafando a la sociedad en millones de dólares con
Schoklender y los Sueños Compartidos, sueños que resultaron una pesadilla más, entre
las muchas que hemos sufrido.
En los ámbitos de la
economía, de la educación, de la seguridad, de la moral y la honestidad republicana,
las contradicciones, la impericia y la mala fe han sido los puntos cardinales
del accionar de los K.
Desperdiciaron 12 años en:
- · La reivindicación estéril de la violencia asesina de la facción guerrillera.
- · Dividir la sociedad en vez de unirla en pos de metas estratégicas de largo alcance.
- · Malbaratar las ventajas comparativas de nuestras exportaciones dilapidando recursos esenciales.
- · Postergar el verdadero desarrollo social, consistente en educar al soberano y generar puestos de trabajo productivo.
- · Multiplicar la pobreza con subsidios inútiles, atrofiando la cultura del esfuerzo común y colectivo para erigir un país mejor.
Contaron para eso con el
apoyo mayoritario de una sociedad anómica, que extravió el equilibrio entre los
medios y los fines. Una sociedad que en su mayoría corrió tras los cantos de
sirenas de esa clase política corrompida, embozada en el populismo demagógico
que repartió ilusiones y peces en lugar de cañas de pescar y pautas morales
conducentes a una sociedad justa y evolutiva.
Percibimos una Argentina
decadente, sin instituciones que aseguren el progreso y la tranquilidad de su
pueblo. Los que mandan y parte de los que obedecen han llegado al callejón sin
salida. Nada se puede esperar de ellos.
La aporía Kirchnerista, para
bien de todos debe llegar a su fin.
Si es cierto que solo el pueblo
salvará al pueblo, entonces habrá que formular una nueva mayoría de ciudadanos responsables, alineados
detrás de una conducción política patriótica que posibilite un futuro mejor
para las generaciones venideras.
El voto deberá ser un
instrumento al servicio del bien común y no un atajo para la codicia y la
prebenda. Puede ser fuerte como el acero o frágil como una mariposa.
¿Perderemos el rumbo una vez
más?
La respuesta está en el corazón y en el bolsillo
de cada elector