viernes, 26 de diciembre de 2014

LA APORÍA KIRCHNERISTA


Aporía es palabra que proviene del griego (ἀπορία) y significa dificultad de pasar, callejón sin salida. En términos filosóficos es aquel enunciado que expresa o que contiene una inviabilidad de orden racional.
El Kirchnerismo expresa a la luz de los hechos, esa inviabilidad.
Es una pirámide política en cuya cima se acomodó una banda de oportunistas con fines inconfesables, de los cuales  el latrocinio ha sido preponderante. En la base expandieron una masa confusa, que vendió su porvenir por un presente limosnero.
En el prolongado ejercicio de esa conducción, disfrazaron de fines políticos  los que hoy aparecen como medios de acumulación de poder y riquezas. En el vasto despliegue de alegorías personificaron los derechos humanos tanto en ellos (que en los tiempos de la dictadura nada bueno hicieron por su prójimo) como en personajes de discutible moral como Hebe de Bonafini, que transitó su vía dolorosa para terminar estafando a la sociedad en millones de dólares con Schoklender y los Sueños Compartidos, sueños que resultaron una pesadilla más, entre las muchas que hemos sufrido.
En los ámbitos de la economía, de la educación, de la seguridad, de la moral y la honestidad republicana, las contradicciones, la impericia y la mala fe han sido los puntos cardinales del accionar de los K.
Desperdiciaron 12 años en:
  • ·         La reivindicación estéril de la violencia asesina de la facción guerrillera.
  • ·         Dividir la sociedad en vez de unirla en pos de metas estratégicas de largo alcance.
  • ·         Malbaratar las ventajas comparativas de nuestras exportaciones dilapidando recursos esenciales.
  • ·         Postergar el verdadero desarrollo social, consistente en educar al soberano y generar puestos de trabajo productivo.
  • ·         Multiplicar la pobreza con subsidios inútiles, atrofiando la cultura del esfuerzo común y colectivo para erigir un país mejor.

 Contaron para eso con el apoyo mayoritario de una sociedad anómica, que extravió el equilibrio entre los medios y los fines. Una sociedad que en su mayoría corrió tras los cantos de sirenas de esa clase política corrompida, embozada en el populismo demagógico que repartió ilusiones y peces en lugar de cañas de pescar y pautas morales conducentes a una sociedad justa y evolutiva.
Percibimos una Argentina decadente, sin instituciones que aseguren el progreso y la tranquilidad de su pueblo. Los que mandan y parte de los que obedecen han llegado al callejón sin salida. Nada se puede esperar de ellos.
La aporía Kirchnerista, para bien de todos debe llegar a su fin.
Si es cierto que solo el pueblo salvará al pueblo, entonces habrá que formular una nueva  mayoría de ciudadanos responsables, alineados detrás de una conducción política patriótica que posibilite un futuro mejor para las generaciones venideras.  
El voto deberá ser un instrumento al servicio del bien común y no un atajo para la codicia y la prebenda. Puede ser fuerte como el acero o frágil como una mariposa.
¿Perderemos el rumbo una vez más?
La respuesta está en el corazón y en el bolsillo de cada elector