martes, 18 de diciembre de 2012


La marcha hacia el ocaso


No existe para el Peronismo más que una clase de hombres: Los que trabajan.
                                                                           J.D. Perón

 
Hasta hace no mucho tiempo, millones de argentinos soñaban al son del arrorró que les cantaban:
Servicios públicos baratos, transportes regalados, combustibles ilimitados, baja inflación, jubilados sin aportes, empleos públicos para millones de desocupados sin educación ni capacidades y la maravilla de la inclusión social, irrestricta y sin esfuerzos, propiciada por una presidente multimillonaria aunque generosa con el dinero ajeno. Pero todo se acaba, hasta la plata de los otros para alimentar el disparate del País de las maravillas.
El relato hipnótico que inducía a creer que nuestra Isabel  II  era K no solo por ser viuda de Kirchner sino también por ser heredera de Kropotkin, aquel príncipe ruso que fuera sufrido teórico del anarquismo, empieza a aburrir.
Amaneció, y muchos de los soñadores despertaron.
Las luces de la aurora disiparon las brumas de la pesadilla: Los servicios públicos no funcionan, los trenes marchan hacia el descarrilamiento y la muerte, el combustible es caro y escaso, el déficit, la inflación y el desempleo trepan hasta las nubes, la recurrencia de dilapidar los caudales públicos no modifica la miseria estructural. La violencia y la inseguridad brotan como pústulas. Los argentinos vamos hacia atrás, como el cangrejo, a pesar del fútbol para todos, de los subsidios y de la publicidad oficial.
Los confundidos de entonces ya no quieren formar parte del afamado 54 %. Lo niegan como Pedro a Jesús.
No ocurre eso, todavía, con los populistas K del Núcleo duro: Los aplaudidores disfrazados de funcionarios, los artistas nacionales y populares con cachets presupuestados, los bien remunerados militantes de Kolina y La Cámpora, los talibanes a la violeta y los trasnochados de siempre, que a la menor ocasión se llenan los bolsillos para mejor “Combatir al Capital”… y de paso al antiguo socio y amante (el hoy odiado diario Clarín) al que ayer nomás el finado llenó de prebendas y privilegios. Nunca fueron ni tan buenos ni tan malos para merecer tales sentimientos.
El modelo imaginario y su épica Revolución de opereta marchan hacia el ocaso. El ciclo económico y político del Viva la Pepa está agotado y no parece haber ni seso ni muñeca para reanimarlo. Todo poder cesa, la eternidad no es virtud de los humanos y pretenderla es ridículo.
Ya lo afirmaba Aristóteles en su Poética:
“La comedia es retrato de los peores,
no en la relación a todo tipo de maldad,
sino en la medida en que lo ridículo es parte de lo vergonzoso.”
Amanece que no es poco. Bienvenido el despertar.