viernes, 24 de mayo de 2013


LOS LADRONES VAN AL CIELO

 



 “Entonces, el Señor ordenó a Moisés que tomara dos lajas de piedra,

 y en ellas quedaron escritos los Diez Mandamientos del pacto,

reconviniéndole que no debía tolerar la desobediencia”.

 

Curioso país el de los argentinos. Hasta ayer eran legión los progresistas a la violeta de diversos sectores de la ciudadanía que se rasgaban las vestiduras en su exaltación kirchnerista. Ostentaban así su adhesión al relato de una profunda revolución de fantasía, sin Sierra Maestra y sin balas, pero plena de logros maravillosos, logros que pondrían de rodillas al capitalismo criollo, a su pérfida burguesía, a la oligarquía sojera, a las corporaciones mediáticas y a todo argentino desagradecido que no supiera apreciar los triunfos épicos, tan bien detallados por la cadena nacional, ante la cohorte de aplaudidores y obsecuentes, esos que se llenaban la boca afirmando que constituían el famoso 54% del electorado.
Ayer nomás, la elección de un papa argentino soliviantó a muchos de estos revolucionarios de opereta, primero despotricaron y luego callaron, al igual que sus líderes, quienes hipócritas y temerosos, volaron a Roma para cumplimentar con el besamanos del pontífice. Lástima que en el apuro del viaje se les olvidó la reconvención de Jehová a Moisés, en particular la que hacía referencia el séptimo mandamiento.
Cada día son más los electores que se desayunan con una penosa realidad: Los próceres de la épica ilusoria, no son más que una banda de ladrones. Han llenado sus cajas fuertes, asegurando parte del botín en lejanos y seguros paraísos fiscales.
Parece que quienes venían a salvar la patria y a moralizar sus instituciones rapiñaron miles de millones de Euros a costa del hambre, la enfermedad, la miseria y la muerte de los argentinos. He ahí una píldora difícil de tragar para muchos ingenuos con berretín de jacobinos.
Menos mal que aún quedan esclarecidos como Luis D´Elia y los pensadores de Carta Abierta, buenos muchachos todos ellos, para explicarles por qué razón, en la Argentina los ladrones van al cielo.