viernes, 26 de julio de 2013

EL OCTAVO CÍRCULO


“Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad."

Mateo 7:15-23


 
En su Divina Comedia, Dante Alighieri describe al Infierno como una serie de círculos a los cuales van a parar los maliciosos de toda laya.  El poeta florentino reservaba la séptima fosa del octavo círculo a los ladrones, con las manos atadas con serpientes y custodiados por Caco, un mitológico personaje, ladrón y condenado a su vez.
La hipocresía es la conducta mentirosa por la cual se fingen virtudes y creencias que no se tienen o dicho de otro modo, es la actitud de una persona que pretende  ser considerada a partir de apariencias alejadas de la realidad. Los hipócritas también eran alojados junto a los ladrones en otro hoyo, revestidos con pesadas capas de plomo, doradas en el exterior, aludiendo al oro falso con que los hipócritas disfrazan su vil esencia.
¿Qué es el Kirchnerismo sino una horda de hipócritas que aunaron en derredor de sus fines inconfesables lo peor de la cleptocracia menemista y la mediocridad política del oportunismo montonero?
Muy cerca de su ocaso, del irremisible paso hacia un final abominable, aparecen inocultables las pústulas de un régimen que hizo del engaño y de la manipulación, tanto de los derechos humanos como de las instituciones republicanas y de las arcas públicas, una constante política, funcional a su propósito primigenio, cual era el de enriquecer ilícitamente a sus protagonistas más o menos encumbrados.
Su pasado los condena, siguen siendo los mismos atrabiliarios depredadores de los caudales públicos que ayer lucraron en su feudo de Santa Cruz, sin pausa y sin vergüenza, con las ominosas decisiones políticas, económicas y sociales de la dictadura militar primero y de Carlos Menem después. En el tiempo presente, encaramados al poder central de la república, hacen del engaño y del robo una política de estado. Utilizan los amañados, aunque a la postre similares procedimientos de sus antecesores, para rapiñar de modo abyecto, a costa del dolor de sus semejantes.
Ahí están ante los ojos de quien desee verlos, como en un cuadro patético, digno de algún tríptico infernal de Brueghel el viejo, los corrompidos de siempre: Los K y los príncipes del modelo: Boudou, Garré, Bonafini-Schoklender, Baez, Milani, Jaime, De Vido, D´Elía, por citar algunos de esa abominable cohorte de depredadores, desparramados en los tres poderes del estado o en el llano, a quienes más temprano que tarde, la historia o la justicia los ubicará en el círculo infernal que les corresponde.