Gracias por la argentinidad
El dinero es
siempre un bien escaso, de ahí que en todo presupuesto bien concebido se fijan
prioridades. No se puede gastar en todo aquello que hace falta. En el hogar, en
la empresa o en el estado hay cosas que pasan primero y otras después.
Siempre es bueno
ser argentino agradecido y vivir en la Argentina, pues a poco de andar
advertimos que somos privilegiados. Sobran los ejemplos. Tenemos la suerte de
ver detalladamente, gracias a los piquetes de protesta que detienen el tráfico
en la avenida 9 de Julio, la costosa decoración estilo castrista del edificio
del antiguo Ministerio de Obras Públicas, que aunque costó decenas de millones,
bien lo vale. Y puesto que de ver se trata, también tenemos Futbol para todos, que al costo de algunos
cientos de millones al año, nos permite gozar de esa pasión de multitudes.
Tampoco debemos omitir mencionar a los artistas militantes, que aunque le
cobran al estado muchos miles de dólares, nos deleitan con sus obras y nos
infunden patriotismo. Pronto, si la suerte acompaña, tendremos la ocasión de
ver a la Fórmula Uno en las calles de Mar del Plata por apenas un centenar de
millones de pesos, pero lo que cuesta vale. Yo a la Casa Rosada mucho no voy,
pero me han dicho que está decorada a la última moda o al último gusto de la
presidente, del mismo modo que el despacho de Boudou. Afortunadamente en estos tiempos de crisis, en los que hemos perdido los tres basamentos de la antigua prosperidad, a saber: El superávit fiscal, la balanza comercial inclinada a nuestro favor y una inflación a tasas normales, nuestros gobernantes capean el ajuste y priorizan lo que hay que priorizar. Y si hace falta plata, eso se arregla con el vicepresidente y Ciccone para que se emitan billetes generosamente. Ese es el privilegio de ser argentinos. Que la Providencia ilumine a nuestros gobernantes. No sea cosa que algún día pierdan el rumbo y se les ocurra despilfarrar el dinero mejorando los ferrocarriles metropolitanos, equipando los hospitales, incrementando la seguridad pública o la calidad educativa.