domingo, 11 de marzo de 2012

Los enigmas de la esfinge



Los mitos forman parte del sistema de creencias
de una cultura o de una comunidad,
 la cual los considera historias verdaderas.

 Según Apolodoro, la Esfinge era un monstruo con rostro de mujer; pecho, patas y cola de león y alas de pájaro.
Higino, el liberto del emperador Augusto, refiere que la Esfinge propuso a Creonte, rey de Tebas, que si alguien era capaz de resolver uno de sus enigmas se iría para siempre; pero si no, mataría a quienes fallasen y seguiría asolando el reino.
Ante tan angustiosa situación, el rey hizo una proclama a toda Grecia prometiendo que daría el reino y a su hermana Yocasta en matrimonio, a quien resolviera el enigma de la Esfinge:   
“¿Quién es al mismo tiempo  un bípedo, un trípedo y un cuadrúpedo?”
Muchos vinieron de remotos lugares y fallaron en dar la solución, pero Edipo, el hijo perdido de Layo y Yocasta, lo interpretó correctamente. La esfinge saltó al abismo, buscando la muerte y Edipo desposó a Yocasta. El resto es cosa sabida…
Los mitos atraviesan la historia y proponen a los tiempos nuevos, viejas cuestiones del alma humana.
Así, hoy día, si la esfinge de Tebas apareciera, según su fama, propondría alguno de sus enigmas:
¿Donde se alza una república, en la cual el cinismo de los que mandan, la obsecuencia de los  que acompañan el latrocinio y la pusilanimidad de los que obedecen, campean en grado sumo?
Para mejor comprenderlo, he aquí  algunas definiciones del diccionario:
Cinismo: Desvergüenza o descaro en el mentir o en la defensa y práctica de actitudes reprochables.
Pusilanimidad: Falta de ánimo o valor para soportar las desgracias o hacer frente a grandes empresas.
Obsecuencia: Sumisión, complacencia excesiva.
Los pueblos que descifren el sitio y nombre de aquel país donde los que mandan se enriquecen desvergonzadamente, a costa del dolor y la muerte de sus mandados, donde la justicia se inclina con pusilanimidad ante los poderosos y las mayorías se tornan obsecuentes ante prebendas circunstanciales y efímeras, haciendo caso omiso de la corrupción que los esclaviza, acaso se libren de la recurrente destrucción que la esfinge provoca.