viernes, 4 de diciembre de 2015
jueves, 23 de julio de 2015
EL CARNAVAL DE LOS LADRONES
El carnaval es una antigua celebración pagana, cuyos orígenes se remontan a Sumeria y Egipto 50 siglos atrás. Pasó luego al Imperio Romano con los desbordes de sus bacanales y lupercales. Estos festejos llegaron a América en el siglo XV, con el bagaje cultural de los conquistadores.
En los tiempos presentes es
una celebración que ocurre antes de la cuaresma cristiana, y que se representa
como una mascarada, no desprovista de permisividad y descontrol. Bien dicen que
en la noche del carnaval todo vale.
Esa festichola que en el resto del planeta dura un par de semanas a lo
sumo, en Argentina se puede prolongar por más de una década, con la
particularidad de que la mayoría de los travestidos, son ladrones. Ocultos tras
las máscaras y sus abigarrados disfraces, mientras los ingenuos arrojan
serpentinas y papel picado, ellos se ocupan del latrocinio, es decir del hurto y
el fraude, especialmente orientado contra los caudales públicos y que derivan,
como se advierte, en la miseria colectiva.
La comparsa del Kirchnerismo
ha sido aplaudida tanto por los participantes del saqueo, como por
circunstanciales simpatizantes, ya interesados, ya distraídos, ya portadores de
una crónica estulticia.
Lo cierto es que en las
postrimerías de este Carnaval de Ladrones nos queda un país devastado en lo
político, en lo social y en lo económico.
Una republiqueta inmersa en
la corrupción que siembra miserias y pobrezas, atravesada por la inseguridad de
las mafias criminales, inevitablemente asociadas al poder político; con una
educación abominable que perpetúa la ignorancia de las masas, con una justicia
pisoteada y una sociedad agrietada, empobrecida, violenta y confusa.
Estas que señalamos son
algunas de las mugres que pacientemente habrá que limpiar una vez concluida
esta fiesta abominable.
Caerán las máscaras, los
ladrones millonarios serán señalados, sus cómplices serán reconocidos y muchos
se ocultaran indignamente: Pero será tarde: El daño causado no será fácil de
superar. Y sobrevuela aún la amenaza que, elecciones de por medio, el Carnaval
de los Ladrones prosiga.
La sociedad en su conjunto
deberá hacerse cargo de tanta permisividad y del descontrol irresponsable que
toleró, lucrando o haciendo la vista gorda ante el corso siniestro que montaron
una camarilla de delincuentes. Los pueblos son responsables de su presente y su
futuro.
El destrozo, como siempre, lo
pagarán aquellos que trabajan y producen decentemente.
Al que le quepa el sayo que se lo ponga.
lunes, 6 de julio de 2015
sábado, 2 de mayo de 2015
OCASO Y DESAPARICIÓN DE LOS RECALCITRANTES K.
Bien
sabemos que el ocaso es ese momento en que un cuerpo celeste traspone el
horizonte, declina y desaparece.
Y
que un recalcitrante es nada más ni nada menos que un terco, un porfiado en el
sostén de un error.
Entonces,
resulta adecuado este título para significar que no está lejano el crepúsculo
de la tarde en que se hundirán los actuales depredadores del pueblo argentino.
Por
mayoritaria voluntad de los argentinos responsables, de esos que creen en una
patria mejor que ésta, que han modelado los Kirchneristas, tan pródiga en mediocridades, en miserias y corrupciones,
lacras éstas que son consustanciales a todos los modelos pseudo progresistas,
impulsados por oportunistas que llegan a la política para servirse de ella, en
detrimento de los ciudadanos que trabajan y albergan la esperanza de un estado
justo, que haga buen uso de los aportes de sus contribuyentes, ya que de allí proviene
el dinero que utiliza la política.
Temprano
amanecerá un nuevo día y con su luz, se develarán las oscuras trapisondas de
estos doce años de poder piratesco e irracional. Votaremos y el grito sagrado
de las urnas acaso nos redimirá y permitirá corregir tantos horrores.
No
debemos ignorar que el desprecio por la ley y las instituciones son patologías
políticas habituales en una sociedad como la nuestra, que trabajosamente avanza
para dejar de ser una multitud de habitantes y procura devenir una comunidad
organizada, educada, con cartas de ciudadanía arraigadas en una moral patriótica,
comprometida con un destino de grandeza.
Cuando
eso suceda, aprenderemos a no ser engañados repetidamente y se cumplirá el
apotegma de Perón: “Para un argentino no
hay nada mejor que otro argentino”.
Ese
día votaremos para elegir gobernantes dignos, alejados de la incompetencia y la
corrupción de quienes nos impusieron esta afrentosa decadencia que arrastramos
desde hace décadas.
martes, 24 de febrero de 2015
EL PAÍS QUE SOÑAMOS
"Existe una sola clase de hombres: Los que trabajan”
J.D.Perón
La
política, cuando es ejercida por patriotas lúcidos, es el instrumento adecuado
para materializar los sueños de las mayorías. Cuando la política es ejercida
por fanáticos o intolerantes, entonces se materializan las peores pesadillas.
La
realidad indica que hoy la mayoría de los argentinos desean:
·
Un
país con políticos honestos, que gobiernen para el bien común y no para
beneficio de una secta. Un país donde el mérito y el talento primen sobre el
acomodo de los sectarios y los corruptos (Las sectas se componen de fanáticos y
en todos los tiempos nunca fueron más que el quinto de las fuerzas sociales. Es
esa la quinta parte que vive de los hombres que trabajan.)
· Un
país donde la constitución, sus instituciones y sus representantes sean
respetables y respetadas.
·
Un
país sin impunidad, dónde el trabajo, la educación y la justicia sean los
pilares de la sociedad y el remedio definitivo para combatir la pobreza.
·
Un
país donde el acceso a la salud y al empleo sea un derecho para todos y no un
postulado declamado en tiempos electorales.
·
Un
país pacificado, seguro para el ciudadano decente y altamente inseguro para los
criminales.
·
Un
país donde los recursos del estado se destinen tanto la grandeza de la patria
como a la felicidad y desarrollo de su pueblo.
·
Un
país donde los únicos privilegiados sean los niños y los ancianos y no aquellos
que toman por asalto los cargos públicos para lograr sus fines inconfesables.
Entonces,
como afirmaba el escritor Ambrose Bierce:
“Si deseas que tus sueños se hagan
realidad, ¡despierta!”
jueves, 12 de febrero de 2015
LA BALSA DE LA MEDUSA
La balsa de la Medusa es una obra maestra
del pintor francés Théodore Géricault. La pintura, terminada cuando el artista
tenía menos de 30 años, se convirtió en un ícono del Romanticismo francés.
Ella
representa una escena posterior al naufragio de la fragata de la marina
francesa Méduse, que encalló frente a
la costa de Mauritania el 5 de julio de 1816. Al menos 147 personas quedaron a
la deriva en una balsa construida apresuradamente y todas ellas, excepto 15,
murieron durante los 13 días que tardaron en ser rescatadas. Los supervivientes
debieron soportar el hambre, la deshidratación, el canibalismo y la locura. El
suceso llegó a ser un escándalo internacional, en parte porque sus causas
fueron atribuidas a la incompetencia del capitán francés que actuaba bajo la
autoridad de la reciente y restaurada monarquía francesa.
Según el
crítico Jonathan Miles, la balsa arrastró a los supervivientes hacia las
fronteras de la experiencia humana. Desquiciados, sedientos y hambrientos, asesinaron
a los amotinados, comieron de sus compañeros muertos y mataron a los más
débiles.
Si algún
compatriota razonable observara este óleo en el museo del Louvre, no
sorprendería que la asociara a la imagen final del régimen Kirchnerista.
Náufragos desorientados
por la impericia del mando, envilecidos por el ejercicio de la corrupción y la alienación
autoritaria, tanto CFK y su gabinete de genuflexos como la mano de obra
aplaudidora, desocupada a futuro, boyan
a la deriva en un mar de tribulaciones. Carentes de timón firme, emiten a voces
opiniones a cuál de ellas más desmesuradas o lastimosas. Sus imprecaciones
salpican a medio mundo al que imaginan culpable de sus males, mientras se enlodan
y marchan hacia el ocaso, donde los aguarda el desdoro irrevocable de la
historia y el unánime desprecio de la sociedad productiva y democrática.
Corifeos
de esa tragedia son los liliputienses del Partido Justicialista, principales
enterradores del Peronismo del último Perón, por los consabidos treinta
dineros. Todos ellos ínfimos candidatos al canibalismo electoral y al desdoro
vitalicio.
Nada les importa la muerte Nissman y el desasosiego de toda
una sociedad, atravesada por la inseguridad, la injusticia, la inflación, el
atraso y la incertidumbre. Nada les importa la decadencia centenaria del país
mientras engorden sus billeteras. Nada les importa haber utilizado a los espías
de la SIDE para aniquilar opositores. Aprendices de Himmler recitan su credo: La crueldad impone respeto.
Disfrazados de héroes, hundidos en el fangal de sus fines
inconfesables, gritan y bailan en el patio de las palmeras de la Casa Rosada,
devenida patético símil de la pintura de Gericault, transmitida por cadena
nacional.
.
jueves, 8 de enero de 2015
LA BARBARIE INFINITA
Cuando
un niño de siete años muere desnutrido en el Chaco Argentino, o los periodistas
de Charlie Hebdo mueren masacrados en Paris, la violencia de la corrupción y del terrorismo fundamentalista son igualmente asesinas.
Yo
soy Qom- Je suis Charlie.
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